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Sin trampa ni cartón: así se ha decorado y rehabilitado esta magnífica vivienda, fiel representante de la vida de otras épocas pasadas y, para muchos, mejores. El respeto ha sido la clave de su renacimiento, así como el clasicismo y la tradición.
En pleno corazón del Valle de Loira se alza este espectacular castillo que reúne muchas de las características esenciales de la zona: clasicismo encarnado en materiales y tejidos nobles, buen gusto y pasión por la naturaleza. Tanta sensibilidad se ha convertido en una especial vivienda de carácter, que hoy aloja a huéspedes de todo el mundo.
El cálido salón de la chimenea
Algunas de las más impresionantes estancias de este castillo se han mantenido intactas porque han resistido al paso del tiempo con gallardía. Es el caso de este salón con chimenea, perfecto representante de un pasado lejano. Para redondear este ambiente se han elegido tejidos de calidad de importante peso decorativo: terciopelos, sedas gruesas y tafetanes, que brillan con luz propia entre la piedra de la chimenea.
Flores y luz para un dormitorio lleno de vida
Para los dormitorios se han aprovechado las estancias más luminosas, aquéllas que se asoman curiosas al impresionante jardín que rodea la vivienda. Asimismo, se han entelado con tejidos claros, de colores brillantes, para aprovechar toda la luz. En este caso, flores amarillas y azules crean una atmósfera natural y cálida, con un claro acento francés.
Un espacio para la tertulia y el juego
Una de las zonas del salón se ha habilitado creando diferentes zonas de tertulia alrededor de pequeñas mesas clásicas y butacas cómodas de aire tradicional. Las paredes de madera dan abrigo a las conversaciones más pausadas, mientras que grandes ventanales permiten que la luz se cuele en la estancia, calentándola. Los colores ocres protagonizan esta zona de la casa.
El dormitorio más regio
Uno de los grandes protagonistas de esta peculiar vivienda es este dormitorio en el que el mayor peso decorativo recae sobre las telas que cubren sus paredes, dan forma a sus cortinas y cubren por completo la cama, incluido el baldaquino. Si ya de por sí era todo un atrevimiento, que la tela elegida sea verde y roja, de gran estampado, lo amplifica aún más.
Un cierto aire a campiña
Estos dormitorios, dos de los más amplios, han sido decorados siguiendo la línea tradicional y con cierto aire rústico que impera en toda la vivienda. En el primero, algunas paredes se han pintado con molduras bicolor para destacar los relieves de una estructura medieval. Los techos de madera se han respetado. En la segunda, las paredes que estaban en peor estado se han entelado por completo.